Al finalizar el 2018, el índice de desempleo alcanzó casi el 10% en el último cuatrimestre. El porcentaje más alto registrado desde el año 2005 para ese periodo. Esto significa que un millón setecientos cincuenta y dos mil Argentinos buscan trabajar. En un país cuyas oportunidades de conseguir un puesto laboral cayó un 0,8%, es decir que un millón setecientos cincuenta y dos mil argentinos desempleados tienen menos posibilidades de cambiar su situación. Pero esto no es todo, ante una oferta laboral en caída, se suma un 17 % de trabajadores que buscan otro empleo. Esto significa que un millón setecientos cincuenta y dos mil argentinos disputan los empleos existentes, que no crecen, con otro porcentaje que la población ocupada que necesita otro trabajo o lo quiere cambiar. Al fin de cuentas estar en el empleo no siempre garantiza condiciones de vida decente.
Hoy, vivimos en un país donde la necesidad de trabajo es la más difícil de satisfacer. Y sin empleo difícilmente podamos continuar satisfaciendo el resto de las necesidades básicas: alimento, vivienda, educación, salud, etcétera. Y ante la necesidad de nuestros desempleados ¿qué estamos haciendo como sociedad? ¿Seguir argumentando falsamente que “los que no laburan es porque no quieren?”. La vulnerabilidad y el dolor de ser despojado de su capacidad de poder hacer, no nos puede ser indiferente. Basta con mirar el rostro de un desempleado para sentirnos interpelados como sociedad en nuestro deber de hacernos cargo del otro, en la solidaridad y en la lucha. Y esta interpelación debe convertirse en acción.
Necesitamos ser conscientes de que esta situación está relacionada con decisiones políticas de un gobierno específico y con un modelo económico implementado que atenta directamente contra el derecho a un trabajo digno.
Adentrarnos en esta mirada es reflexionar sobre el país que queremos y necesitamos. Como sociedad tenemos que luchar juntos y juntas por un país con una concepción humanista de sí mismo, en el que las políticas económicas macro estén en concordancia con las microeconomías de los y las habitantes. Donde el desarrollo económico esté articulado con el desarrollo social. Donde se construyan políticas económicas que permita a todos los ciudadanos y las ciudadanas vivir y trabajar con dignidad… Como sociedad debemos entender que el camino es la unión colectiva. Las organizaciones populares debemos entender que la lucha es en conjunto contra el neoliberalismo. Y el gobierno deberá entender que no estamos dispuestos a resignar nuestro derecho a un trabajo digno y vamos trabajar hasta el cansancio por el país justo, democrático y popular que nos merecemos.